Aunque Mathers, según Crowley, hubiera acabado de sucumbir a los demonios malignos ecovados por la magia de Abra-Melin y, por tanto, hubiese perdido el contacto con los Jefes Secretos, lo cierto es que ni siquiera el propio Perdurabo había conseguido comunicarse con ellos. Y así no podría fundar una Orden duradera. Antes o después necesitaba establecer, y por sus propios medios, un contacto con los dioses o, de lo contrario, debería abandonar para siempre la magia.
El 14 de marzo, los príncipes de Chioa Khan, Se trasladaron a un apartamento en una casa esquina, cerca del Museo Boulak. Crowley transformo en templo la habitación que daba al norte y, una vez mas, reanudo las ceremonias mágicas, invocando a Thoth, IAO.
Rose se encontraba en un extraño estado mental, como aturdida. A causa de su embarazo estaba como bebida, o como histérica, siempre según Crowley. Y seguía repitiendo, como en un sueño: “Te están aguardando”. El 18 de marzo se le ocurrió hacer la sorprendente declaración de que “el que te esta esperando era Horus”, y que Aleister lo había ofendido, por lo que tenia que invocarlo y pedirle perdón.
“¿Quién es Horus?”, le pregunto Crowley, Rose no conocía nada de egiptología. Y en su boca el nombre sonada de manera extraña. Por toda respuesta, condujo a Crowley hasta el museo cercano, un museo, apunta Crowley, que no había visitado con anterioridad. Pasaron por delante de varias estatuas de Horus y subieron por las escaleras. Al fondo se veía una vitrina de cristal, pero estaba demasiado lejos como para reconocer lo que contenía.
“¡Allí!”, exclamo Rose, señalándola, “¡ Allí esta El ¡”
Perdurado se acerco la vitrina. En ella se encontraba la imagen de Horus, bajo el aspecto de Ra-Hoor-Khuit, que había sido pintada en una estela de madera de la dinastía XXVI.
De repente Crowley retrocedió, sorprendido: el objeto expuesto llevaba el numero 666. ¡Su numero, el numero de la Bestia!
El templo en el apartamento del príncipe Chioa Khan vibraba con el sonido de los rezos, mientras una figura descalza, vestida de blanco y cubierta de joyas, invocaba en voz alta al dios egipcio Horus, siguiendo las instrucciones de Uarda la Vidente, como Crowley llamaba, por aquel entonces, a su mujer, ya que Uarda era el nombre arábigo de Rose. Un cuenco lleno de sangre de un toro y una espada sobre el altar, enfrente del suplicante:
¿Cómo podría humillarme aun más ante ti? Tú eres el poderoso e invencible señor del universo; yo soy una chispa de Tu indecible Esplendor.
¿Cómo podré acercarme hasta ti? Pues tu estas por Doquier
Pero tú te has dignado graciosamente llamarme hasta ti, para que con este exorcismo del Arte yo pueda ser tu Siervo, Tu Adepto, ¡Oh Resplandeciente! ¡Oh, Sol de Gloria! Tu me has llamado… ¿no debería apresurarme a llegar a tu Presencia?
Vengo hasta ti con manos que aun no han sido lavadas, y lamento haber vagado tanto en tu Busca… ¡Pero Tu lo sabes!
¡Si, me he Dado al mal!
Ante ti inclino mi cuello; y al igual que Tu Espada estuvo un tiempo sobre el, así me encuentro ahora en tus manos. Golpea si tú quieres. Perdóname, pero acéptame tal y como soy.
La voz del adepto, Perdurabo, que había vagado solitario por el mundo, en busca de un signo y una palabra, se convirtió en una exclamación:
¡Pulsa, pulsa el acorde maestro!
¡Desenvaina, desenvaina la llameante Espada!
¡Coronado como Hijo y Señor Conquistador,
Horus, vengador!
En la ciudad de las pirámides, antigua patria de la magia, una voz solitaria rezaba de nuevo, en una extraña lengua que no era el egipcio, después de miles de años, al dios de la cabeza de Halcón, Horus:
Por lo tanto yo te digo: Ven y reside en mi; para que todo Espíritu, ya sea del Firmamento, o del Éter, o de la Tierra, o bajo la Tierra; en la tierra seca o en el Agua, o en el Aire Giróvago, o en el Rugiente Fuego; y todo encantamiento y flagelo de Dios el inconmensurable seas TU. ¡Abrahadabra!
La invocación tuvo un éxito indudable, pues el hermano Perdurabo recibió el mensaje (Por mediación de Uarda la Vidente) de que el “Equinoccio de los Dioses ya había llegado”. O dicho llanamente, que había comenzado una nueva Era para la humanidad, y que Aleister Crowley había sido elegido para ponerla en marcha.
Después de sus primeros experimentos con la magia de Abra-Melin en su oratorio de Boleskine. Crowley había estado buscando la forma de poder hablar con su Santo Ángel de la Guarda. Ahora, al menos, apareció: primeramente a Uarda la Vidente, a la que encargo que dijera a su marido que invocase a Horus y que fuera al templo y transcribiera lo que en el oyera. Se llamaba Aiwass y era un Jefe Secreto (Con el grado de Ipsissimus)
Bastante impresionado por la revelación de Rose, hizo lo que esta le había dicho. El 8 de abril de 1904, exactamente a las doce del mediodía, entro en el templo, enarbolando en una mano su pluma estilográfica marca Swann: se sentó en el escritorio, puso a su alcance algunos folios y espero que pasara algo.
Súbitamente, una voz comenzaba a hablar; le llegaba por encima del hombro izquierdo, desde el rincón mas alejado de la habitación.
“¡Hadit! La Manifestación de Nuit”
“La Revelación de la asamblea celeste”
Perdurabo comenzó a escribir de prisa, mientras la vos “de Timbre profundo, musical y expresiva, de tonos solemnes, voluptuosos, tiernos, fieros, o severos, según el talante”, pronunciaba su importante mensaje destinado a toda la humanidad.
“Ayúdame, Oh Señor guerrero de Tebas, en mi revelación a los hijos de los hombres”
Crowley escribió ininterrumpidamente durante una hora; y a la una de la tarde, después del versículo sexagésimo sexto: “A mi, A mi La manifestación de Nuit ha acabado”, Aiwass se desvaneció y Crowley dejo la pluma.
Al día siguiente, nuevamente a las doce del mediodía. Perdurabo entro en el templo. Con la misma puntualidad europea. Aiwass apareció y comenzó a dictarle el capitulo segundo:
No nos ocuparemos del réprobo y del indigno: que mueran en su miseria. Pues ellos no sienten. La compasión es el vacío de los reyes: pisotea al ruin y al débil: esta es la ley del fuerte; esta es nuestra ley y la alegría del mundo. No pienses, Oh rey, en los que mienten cuando dicen tu debes morir; pues en verdad, no morirás, sino que vivirás. Que se sepa: que el cuerpo del Rey se disuelve, el quedara para siempre como puro éxtasis. ¡Nuit! ¡Ra-Hoor-Khuit! El Sol, la Fuerza, y la Vista, La Luz son para los Siervos de la Estrella y la Serpiente.
El mismo proceso fue seguido al tercer día, cuando el mensaje de Aiwass estuvo completo
Crowley estaba tentado de mirar por encima de su hombro y echar un vistazo a su Santo Ángel de la Guarda. Al parecer lo hizo, pues dijo que Aiwass se hallaba suspendido sobre una especie de nube y que “tenía el aspecto de un hombre alto, moreno, de treinta y tantos años, bien proporcionado, activo y fuerte, con el rostro de un rey salvaje y los ojos velados, para que su mirada no destruyese lo que veían”. Aunque Crowley difícilmente podía saberlo en aquel momento, había vislumbrado al Diablo. Aiwass (o Aiwaz) era el mensajero de Hoor-Praa-Kraat, es decir, Set, el dios Destructor, el hermano y asesino de Osiris. Set también fue llamado Shaitan, que no es otro que el prototipo del Satán del cristianismo. Y Crowley había visto a Set, o Shaitan o Satan, por que la palabra del dios (transmitida en este caso por Aiwass) es el propio Dios. Mas tarde, ya no tuvo dudas del carácter de Aiwass, al que había llamado su Santo Ángel de la Guarda. Por esto escribió: (el de la Mujer Escarlata) será dulce a nuestras impuras bocas, el Sacramento por el que alabamos a Aiwass. Nuestro Señor y Dios, el Diablo…” (The Magical Record, 22 de julio de 1920).
El Libro de la Ley o Liber Legis como fue llamada la declaración de Aiwass, consta de una serie de versos ditirámbicos, que contienen más signos de exclamación que cualquier otra obra de longitud similar. Trata de temas que tiene que ver con las preocupaciones de Crowley, y esta escrito en un estilo inconfundible. También incorpora sus personajes bíblicos preferidos y citas del escritor Francois Rabelais, al que consideraba un iniciado de alto rango.
“Quedan abrogados todos los rituales, todas las ordalías, todas las palabras y signos”, dice uno de los versos. Lo que significaba que había que desprenderse de la magia ceremonial, tal y como era enseñada en la Golden Dawn.
“No os obliguéis a nada. No hagáis diferencias entre una cosa y otra, por que entonces vendrá el dolor”
Lo que equivale a decir: permanece a un estado de inconciencia, pues ser consciente supone hacer distinciones. La conciencia es diferenciación.
“Para adorarme, toma el vino y de las extrañas drogas de las que hablare a mi profeta, y embriágate con ellas”
(Salto de dos paginas)
… (:::) consistió en que Crowley escribiera a Mathers una carta Oficial para informarle de que los Jefes Secretos le habían nombrado a él Jefe Visible de la Orden, y habían implantando una nueva formula mágica: Thelema. “No esperaba recibir respuesta” dijo Crowley “Y por eso le declare la guerra a Mathers”.
Capitulo 7 La Gran Bestia
lunes, 31 de mayo de 2010
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