Bienvenido al Abismo de la Gran Bestia 666

Vida, pasion y Obra de Aleister Crowley
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lunes, 2 de agosto de 2010

13. Baphomet, Rey Supremo y Santo.

Crowley era un hombre sin amigos, y no porque le faltase gente con la que mantener una amistad, sino porque, como todos los fundadores de una religión, no quería amigos, sino discípulos. Pero poco importaba eso a Aleister Crowley, el hombre: todos sus pensamientos se centraban en Crowley, el Logos del Eón, o en Crowley, el Vagabundo de la Desolación

Durante el ultimo año que paso en Cambridge, cuando cumplió los veintitrés, conoció a un hombre diez años mayor que el. Se trataba de Herbert Pollitt, quien, según el propio Crowley, había acudido a Cambridge con la única finalidad de poder bailar en el Footlights Club. Se hacia llamar Diane de Rougy, en honor a Liane de Pougy, la celebérrima cortesana y actriz. Crowley también diría de el que era “interprete de personajes femeninos”, dando a entender con ello que era actor, y no un travestido. Ambos se harían amigos; la amistad llegaría a ser bastante profunda, hasta el punto de que Crowley llegaría a poner por escrito que aquella “había sido la primera amistad intima de su vida”.

Lo que dice acerca de Pollitt presenta caracteres dispares: habla de una gran amistad, pero la breve descripción que hace de ella no consigue sino poner al descubierto su carencia de fundamentos sólidos. Su descripción del rostro de Pollitt no resulta nada alentadora: “Tenia un aire trágico a causa de la terrible ansia de su mirada y de la amarga melancolía de su boca”. Solo su cabello, de color rubio claro, que, al igual que Oscar Wilde, se dejaba largo, parecía bello a los ojos de Crowley. Sus breves observaciones respecto a aquel amigo intimo – “entre ambos existía la camaradería mas noble y pura de todas las que hayan podido darse en este mundo”- son, extrañamente nos parece, distantes y poco afectuosas. Pero la actitud de Pollitt respecto a Crowley tampoco era mucho más cálida: no demostraba sentir el menor interés por cualquiera de sus actividades, no tenía simpatía alguna respecto a sus ambiciones poéticas o mágicas. Cabe, pues, preguntarse, que tenían en común. ¿Cuáles eran las bases de esa relación, descrita por Crowley como “la más noble y pura”?

No hay que ir muy lejos para encontrar la respuesta. Crowley hizo todo lo que puedo para ocultar el secreto mediante un lenguaje velado, e, incluso, utilizando como cortina de humo la observación de que, por aquel periodo, su vida sexual era intensa y sus relaciones con las mujeres totalmente satisfactorias. Pero, incomprensiblemente y de la manera mas chapucera posible, desvela el misterio, al precisar que “la relación que existía entre nosotros no era otra que esa intimidad ideal, que los griegos consideraban como la gloria mas grande de la virilidad, y el don mas precioso de la visa”. Durante el periodo lectivo de la Pascua de 1896 se vieron diariamente, y cuando llegaron las vacaciones, Pollitt acompañaría a Crowley a Wastdale Head, caminando a su lado sobre los acantilados.

Es muy posible que Pollitt fuer ale primer hombre que permitió a Crowley encauzar sus sentimientos femeninos en la dirección sexual apropiada. Es indudable que gracias a el Crowley recopilo parte del material que utilizaría en su obra The Scented Garden of Abdullah the Satirist of Shiraz, también conocida como Bagh-I-Muattar, y que seria publicada, de manera privada, en 1910 Uno de sus poemas, de corte homosexual, titulado “The Riddle”, esta, de manera encubierta, dedicado a su amigo intimo, pues, cuando se leen seguidas las iniciales de cada dístico, como en un acróstico, se obtiene el nombre de HERBERT CHARLES JEROME POLLITT.

Aceldama también estaba dedicado a Pollitt, aunque el nombre de este no fuese mencionado:

DEDICATORIA

¡Divino filosofo! ¡Querido amigo!
¡Amante y Señor! Acepta el verso
Que avanza como una sombría carroza fúnebre
Conduciendo a su fin ultimo el ataúd de la verdad.

Pollitt era “amigo intimo de Beardsley”, mientras que Crowley solo era uno de los “jovencitos” de Pollitt. La descripción que aquel hace de su “Amante y Señor” no carece de interés:

En el fondo de su corazón sentía un gran anhelo por todo lo bello, que yo calificaría con los apelativos de repugnante y cruel, puesto que carecía de esperanza. Estaba totalmente desprovisto de iluminación, en el sentido místico de la palabra. Su óptica acerca de la vida era desesperada y muy parecida a la de Des Esseintes (el personaje principal de Al revés, la novela de J.K. Huysmans). No aceptaba ninguno de los narcóticos u paliativos al uso. No tenia genio creativo, ni ideales; era incapaz de sentirse decepcionado por el amor, el arte o la religión. Simplemente anhelaba y gemía. En algunos aspectos me resultaba fastidioso, porque yo estaba decidido a hacer todo lo imposible para que mis sueños se convirtieran en realidad y el representaba el eterno descontento.

Los dos amantes, que paseaban junto por el College, repleto de estudiantes, no consiguieron mantener oculta la fascinación que cada uno de ellos sentía por el otro, ya que la licenciosa y entusiasta naturaleza de Crowley no se prestaba para ello. Como diría en sus Confessions, “en Cambridge descubrí que era, por naturaleza, profundamente apasionado, vamos, fisiológicamente hablando… pues pude comprobar que cuarenta y ocho horas de abstinencia eran suficientes para embotar el fino filo de mi mente”. Su actividad sexual era su replica a la “tiranía de la Fraternidad de Plymouth y a la de los Evangelistas”: cada acto sexual “una autoafirmación mágica”, mediante la cual hallaba el medio de expresar su naturaleza oculta, de encontrar su verdadera voluntad, y de influir en los acontecimientos del mundo que le rodeaba, en una especia de rito mágico relacionado con la Goecia, esto es, la magia que necesita de la invocación y el concurso de un espíritu. Las mujeres que utilizaba para aquel fin eran criadas o prostitutas. No es sorprendente, por ello, que un grupo de estudiantes de su mismo College le agarrara y le tirara a la fuente que se encontraba en el centro del Patio Central del Trinity “por ser tan sucio”. Debo esta información a la recensión que T.S. Blakeney público, en el número de mayo de 1952 del Alpine Journal, de la primera edición de The Great Beast. Blakeney añadía a la información este comentario: “Y no serian los únicos (se refiere a los compañeros de Crowley en el Trinity) en expresar violentamente sus opiniones al respecto; uno de los miembros del Club Alpino, que merece toda nuestra consideración, todavía recuerda con complacencia el año 1895, año en que le dio una paliza a Crowley que le dejo con un ojo morado”. Quizás esto pueda explicar el odio que Crowley sentía por el Club Alpino.

Entre los documentos de Crowley, que yo herede a su muerte, había uno escrito a maquina. Cuyo titulo era el siguiente:

El
Libro de la Suprema Arte Magic (k) a
Que fue practicada por
Los hermanos O.S.V. 6º=5cuadrado
Y L.T. 2º=9cuadrado
La Operación de Paris
Ene – Feb. 1914 e.v.

El hermano (Frater en el original) O.S.V. era Crowley. Pues 6º=5cuadrado era el grado de Adeptus Maior que había alcanzado en la Orden de la A.-A.-. De hecho, era Magister Templi, pero utilizo para este rito el grado de Adeptus Maior, porque era el prescrito para los ritos mágicos. O.S.V. son las iniciales de Of Sonuf Vaoresagi, que significa “Yo reino sobre ti”, expresión extraída de la Primera Clave o Invocación en el lenguaje angélico, o enoquiano, utilizado por el doctor John Dee y sir Edward Kelly.

La expresión completa era Of sonuf vaoresagi goho iad balata lansh calz, que significa lo siguiente: “Yo reino sobre ti”, dice el Dios de Justicia, “con exaltada potencia, sobre el Firmamento de la Ira”.

Frater L.T. 2º=9cuadrado era el hermano Lampada Tradam (Yo entregare la antorcha). Su nombre mágico de neófito 0º=0cuadrado era el de Omnia Vincam; en otras palabras, era Víctor Neuburg, que había sido compañero de Crowley, y su principal ayudante en los ritos de grado XI (XIº), de índole homosexual.

La última línea del titulo hace referencia al momento: entre enero y febrero del año 1914 era vulgaris, la expresión adoptada por Crowley en lugar del usual Anno Domini.

La The Paris Working (La Operación de Paris) es mencionada en The Confessions con estas palabras:

A fines de 1913 me encontraba en Paris con un Zelator de la Orden, el hermano L.T. Yo había estado trabajando sobre la teoría del procedimiento mágico de la O.T.O. y ambos decidimos poner a prueba mis conclusiones mediante una seria de invocaciones.
Nuestro trabajo dio comienzo el primer día del año, y prosiguió sin interrupciones, durante seis semanas. Invocamos a los dioses Mercurio y Júpiter, obteniendo muchos resultados desconcertantes en muchas materias, desde la iluminación espiritual a los fenómenos físicos.

Ya que Crowley no explica en que consiste “la teoría del procedimiento mágico de la O.T.O”, el lector puede pensar que aquellas invocaciones eran de naturaleza estrictamente ceremonial, y que los “muchos resultaos desconcertantes” no son, posiblemente, mas que exageración.

The Paris Working es la recopilación de toda una serie de invocaciones a Mercurio (en el documento original es llamado con mucha frecuencia Hermes, según su nombre griego) y a Júpiter, con el único fin que era enseñado en la Golden Dawn, es decir, para obtener sabiduría del primero y poder taumatúrgico del segundo; pero, a causa del rito sexual que tenia lugar entre ambos magos, era de esperar que los resultados fueran muchos mas notables, y sus subproductos de considerable uso practico. De hecho, Crowley tenía in mente que Júpiter podría ofrecerles oro y Hermes inspiración para escribir uno o dos relatos de éxito o, al menos, un excelente poema.

Las letras O.T.O. son iniciales de la Ordo Templi Orientis, u Orden del Templo de Oriente, también conocida como la Orden de los Templarios Orientales u Orden de los Templarios del Este, que era una sociedad oculta fundada en Alemania a comienzo de siglo. Sus dirigentes eran conocidísimos francmasones que habían alcanzado el grado de Gran Maestre, como Franz Hartmann, Heinrich Klein y Karl Kellner. Habían decidido fundar la O.T.O. después de que el vienes Karl Kellner regresase de un largo viaje al Oriente (Donde había sido iniciado por el faquir árabe Soliman Ben Aifha, y los yoghis hindúes Bhima Sen Pratap y Sri Mahatma Aganya Guru Paramahamsa) y expusiese los misterios del yoga y la filosofía del sendero de la mano izquierda, que el llamaba “magia sexual”. Por tal motivo, en 1902 la Ordo Templi Orientis se hallaba constituida por un círculo restringido de adeptos que, bajo la luz de su nuevo y excitante conocimiento, encontraron el Antiguo y Aceptado Rito Escoses de la Masonería más bien insulso, y los noventa y siete grados del fatigoso Rito de Menfis absolutamente innecesarios.

Las presuntas prácticas sexuales de los caballeros de la Orden del Temple, que provocaron su supresión a comienzos del siglo XIV, indujeron a aquellos ocultistas alemanes y austriacos a proclamarse a si mismos “templarios orientales”. Es cierto que su nueva doctrina venia del Oriente, pero a ellos les gustaba hacer la sugerencia, no solo románticas, sino también llamativas, de que su Orden había heredado los ritos secretos de la Orden del Temple. Y hay que convenir en que no seria la primera sociedad oculta de la época actual en afirmar tal cosa.

Hoy se piensa que las acusaciones contra los Pobres Caballeros del Cristo (una de las denominaciones de la Orden) no eran mas ciertas que las que se hicieran contra las brujas en épocas posteriores. Sus confesiones, obtenidas bajo tortura, suscitan nuestra natural desconfianza. Montague Summers, autor de varios libros, muy eruditos, sobre la brujería y la demonología, consideraba que la autenticidad de las acusaciones hechas contra los templarios difícilmente podría ser puesta en tela de juicio, al igual que las que se habían hecho contra las brujas. Era amigo de Crowley, quien lo menciona en su diario: “5 de julio de 1929. Cena con Montague Summers: el acontecimiento más divertido que me haya ocurrido en varias décadas”. En aquella conversación, al igual que sus trabajos, Summers insistió en que se instaurase la ley contra la brujería, que había sido revocada tanto en Escocia como en Inglaterra por un edicto de 1736. Durante los años cuarenta estuvo viviendo con su secretario Héctor. Una tarde de la primavera de 1949 fui invitado a su imponente casa de Dyvenor Road, en Richmond, a tomar el te. Héctor, visiblemente malhumorado, llevo el carrito de la tetera hasta la biblioteca, en la que estábamos sentados, pero no se quedo a acompañarnos. Summers tenia toda la apariencia de un personaje del siglo XVIII, tan encantador como alarmante. No encajaba en nuestro mundo moderno, tan escéptico. Los templarios, decía, fueron gnósticos heréticos, lo que podría ser verdad. Lo diré de manera resumida: se les acusaba de negar a Cristo (cosa que los gnósticos nunca hubieran hecho) y de escupir en la cruz; de intercambiar el osculum obscaenum, el beso obsceno, es decir, en las partes posteriores; de practicar el vicio contra natura y de adorar a un ídolo andrógino llamado Baphomet, nombre este que ha sido objeto ce muchas especulaciones e investigaciones.

Yo no se si los templarios hicieron todas estas cosas aquellas cosas por ser ateos o gnósticos y sentarse a la sombra del Viejo de la Montaña, el jefe de los Hashishin, o dejaron de hacerlas. La única cuestión que aquí nos interesa es que Crowley y los demás “templarios orientales” del continente pensaban que si las habían hecho. Debían de razonar de este modo: si los templarios se abandonaron a practicas tan nefandas que la ley de aquel tiempo no permitía que su nombre figurase en ningún escrito (las leyes acerca de estas y otras materias se ha relajado gratamente en los últimos años), y llegaron a consignarlas en un ritual “religioso”, es porque ciertamente habían conseguido la sabiduría.

El aspecto de Baphomet, el ídolo de los templarios, ha sido descrito de diferentes, y contradictorias, maneras. Tenia uno, dos o tres rostros. Llevaba una barba, era solamente una calavera descarnada, sin rostro ni barba. Otra opinión consistía en que el Baphomet llevaba barba, pero que colgaba de la de un chivo. Una tercera afirmaba que el ídolo tenía apariencia de un gato.

Los Templarios le llamaban su Salvador: el era quien hacia crecer las flores y germinar la tierra. Gracias a el, sus cofres estaban llenos…

Un orientalista austriaco del siglo pasado, el barón Joseph Von Hammer-Purgstall, después de haber examinado la inscripción de un cofrecillo encontrado en Borgoña, afirmo que le nombre Baphomet proviene de dos palabras griegas: βαφή μήτεος, el bautismo de Métis (Sabiduría) o, como Montague Summers tradujo, la “absorción en la sabiduría”. De hecho equivale a la propia palabra “sabiduría”.

La traducción de la inscripción del cofrecillo realizada por el orientalista austriaco rezaba así: “¡Que Métis (o sea, Baphomet) sea exaltada, ya que hace que las cosas broten y florezcan! Es nuestra raíz, es uno y siete; abjura de la fe y abandónate a todos los placeres”.

En otras palabras: Glorifica a Baphomet; el es el verdadero dios. Renuncia al cristianismo y “Haz tu Voluntad”.

Oriflamme, el órgano de aquellos “templarios” germánicos, anuncio con las siguientes palabras un nuevo enfoque en los objetivos de aquella sociedad secreta:

¡Oh, discípulo!
Si lo buscas, sufrirás;
Si lo encuentras, ocúltalo;
Si te sirves de el, que nadie se entere.
Pues el que, de verdad, es un filosofo
Debe seguir siendo desconocido.

Después de advertir a todo el mundo de la discreción que cabía observar, Oriflamme arrojaba un poco de luz, la suficiente como para abrir el apetito de nuevas informaciones. Anunciaban que “nuestra Orden posee la LLAVE que abre todos los secretos, tanto masónicos como herméticos, esto es, la enseñanza de la magia sexual; y esta enseñanza hace comprensibles todos los secretos de la naturaleza, todo el simbolismo de la FRANCMASONERIA y de todos los sistemas religiosos”. Pero en que consistía exactamente la magia sexual, u lo que había que hacer para practicarla correctamente, solo era revelado oralmente a los miembros del Santuario Secreto; en otras palabras, a los que habían avanzado lo suficiente y en los que se podía confiar.

Aleister Crowley también había viajado al Oriente, estudiando yoga y aprendiendo cuanto pudo acerca de las practicas sexuales orientales: había estado en la India al mismo tiempo que Kellner, aunque nunca se encontraron o tuvieron conocimiento uno del otro; y ahora estaba publicando todo aquello en sus voluminosas obras, en ocasiones, abiertamente, y en otras de manera velada. Ciertamente, pocos son los trabajos que escribió sobre los misterios que no contengan alguna alusión sexual, aunque solo sea sobreentendida.

Una noche de 1912 alguien llamo a la puerta de la casa de Crowley, en Victoria Street: era un misteriosos desconocido, con Quevedo y un bigote enorme, como el manillar de una bicicleta, que solicito hablar con el. Se trataba de Theodor Reuss, jefe de la Ordo Templi Orientis desde que Karl Kellner hubiera fallecido en 1905, “en circunstancias misteriosas”

No se anduvo con preámbulos: acuso, sin mas, a Crowley de haber publicado el secreto mas exclusivo de la O.T.O.: el secreto del grado IXº. Este lo negó. No tenia ni idea, le dijo, de en que consiste ese secreto.

En lugar de contestarle, Reuss se dirigió hacia uno de los estantes de la biblioteca y tomo un libro pequeño, que tenía todas las paginas circundadas por una orla de intenso color negro, cuyo titulo era Liber CCCXXXIII: The Book of Lies. Lo abrió por el capitulo 36, “El Zafiro Estrellado”. Con “un índice amenazador” –la expresión es de Crowley- señalo la frase que dice así: “Bebed del Sacramento y pasáoslo los unos a los otros”. El “sacramento” era el semen que, antes de la operación mágica, se recarga con la energía resultante de la voluntad del mago, y que, mas tarde, se extraía de la vagina en la que había sido depositado en el transcurso de la “operación”, Crowley: una parodia de la Eucaristía que, en su forma, coincidía con el secreto del IXº grado de la O.T.O. germánica.

Era innegable que Crowley había estado husmeando en los mismos rincones oscuros en que lo habían hecho los templarios germánicos del Oriente, y que había descubierto sus secretos, pero también podía decirse que ellos habían descubierto el suyo, Reuss le rogó que no lo revelase de manera impropia, puesto que era el secreto mas sagrado del mundo. Crowley, conmovido por la elocuencia de Reuss y la seriedad de la materia que estaban tratando, juro solemnemente que no lo divulgaría. Fue uno de los pocos secretos que guardo.

Aquella noche, los adeptos hablaron de muchas cosas. “Puesto que”, decía el hermano Merlín (le nombre mágico de Herr Reuss), “usted conoce nuestras enseñanzas sexuales ocultas, mejor haría entrando en nuestra Orden y siendo su jefe en Gran Bretaña”, Crowley, que nunca rechazaba una comida, una aventura o un titulo, acepto rápidamente y, después de un viaje a Berlín, y tras la debida ceremonia, fue entronizado como “Rey Supremo y Santo de Irlanda, Iona y de todas las Bretañas que se encuentran dentro del Santuario de la Gnosis”. Y, con la audacia y agudeza mentales de quien contempla y comprende lo contingente, se dio a si mismo el nombre mágico, muy acorde con la elevada posición que acababa de alcanzar en aquella Orden mística, de Baphomet.


Y por si el asunto de la visita de Reuss no fuera, por si solo suficientemente misterioso, The Book of Lies (El libro de las mentiras) no seria publicado hasta 1913, un año después de que tuviera lugar aquel inesperado encuentro. Es un total disparate, a no ser que, como pretendía Crowley, ambos se hubieran encontrado desplazados un año en una secuencia temporal o en otro continuo espacio-temporal.

Continuara...

miércoles, 14 de julio de 2010

2. Padre, madre e hijo.

Crowley nos dice en su Autobiografía, que sus antepasados por parte de padre eran celtas, y que el Crowley al que se remonto para rastrear su ascendencia había llegado Inglaterra en la época de la dinastía Tudor. Reivindica su parentesco con Robert Crowley, el poeta y predicador del siglo XVI, pero, al parecer, la única prueba de ello es la identidad del apellido. La breve descripción de su ascendencia comienza con la noble familia bretona De Querouaille, y llega, de un tiron, hasta su padre, Edward Crowley (al que presenta como ingeniero), recogiendo, por el camino, a Robert Crowley.

Si el padre de Crowley hubiera sido de veras ingeniero, habría sido probablemente el inventor del dispositivo para servir cerveza mencionado por Yates en su obra de 1884, Edmund Yates: His Recollections and Experience, puesto que, a pesar que Crowley nunca lo admitió, su familia no era otra que la de los cerveceros de dicho apellido. “Por aquellos días”, escribía Edmund Yates, “íbamos a comer a locales que ahora meda la impresión de que han desaparecido. Ya no es tan frecuente como hace treinta años encontrarse con una “Crowley’s Alton Alehouse”. Las alehouses no eran otra cosa que pequeños locales provistos de un dispositivo para servir cerveza, y un mostrador; habían sido fundadas por Mr. Crowley, un cervecero de Alton que había tenido dificultades para encontrar posadas al uso para vender su cerveza; y en ellas no se servia otra cosa que cerveza, bocadillos de jamón y meriendas. Pero todo era de la mejor calidad. Eran locales muy frecuentados por hombres jóvenes, a los que no agradaba demasiado rondar por las barras de las tabernas, con lo cual la venta era enorme”.

Los antepasados de Crowley no eran, como el quiere hacernos creer, de la misma familia que Louise de Keroualle, duquesa de Portsmouth: simplemente descendía de un “barón de la cerveza” que, rondando el año 1850, había fundado una cadena de “alehouse” y de locales a los que iban a comer los empleados de la City. Crowley nació en Leamington, en el Warwickshire, el 12 de octubre de 1875….

(Faltan Paginas 34 - 35)

…Aleister no tenía juguetes, ya que estos eran contrarios a los preceptos del Plymouthismo-, pero parece que existía alguna manera de divertirse. De hecho, a juzgar por la descripción que hace de su infancia, se diría que los padres de Crowley no parece que fuera nada zafio, como venían siéndolo, por lo general, la clase media de la época, aunque no mostrasen hacia los niños lo que ahora llamaríamos “comprensión”.

Cuando tenía once años, su padre murió de un cáncer a la lengua. Aleister sentía por el cierto respeto, pero poco amor. Con perspicacia, hace la observación de que, a partir del funeral, entro en una nueva fase de desarrollo, cuyo principal rasgo fue le de la rebelión.

Lo primero que hicieron fue enviarle a una escuela que recibía a los hijos de la Fraternidad (donde el único material educativo era la Biblia y la única disciplina la vara de abedul), en donde, a la edad de doce años, fue acusado de intento de corrupción de un menor. Mas tarde, iría a Malvern y Tonbridge, con el único resultado de que llegaría a odiar las dos escuelas. También estuvo, en cierta ocasión, confiado a un preceptor que, entre lección y lección, le introdujo en el mundo de las carreras de caballos, del billar, de las apuestas, de los naipes y de las mujeres, y a quine, por el entusiasmo demostrado en su instrucción, dedicaría en su autobiografía algunas palabra de gratitud.

“Me enviaron a Tonbridge: mi salud se quebranto, en parte, podría decirse, a causa de lo que habría sido culpa mía, o de la mala suerte, si hubiera sido convenientemente educado; pero que, en realidad, no venia a seer sino la lógica consecuencia de aquel vil sistema que, no contento con torturarme, me entregaba atado de pies y manos a la ultrajada majestad de la naturaleza”. Una nota autobiógrafa de Crowley en uno de los márgenes de su ejemplar personal de The World’s Tragedy, que aparece escrita a la misma altura de líneas que el pasaje indicado, nos aclara este misterio: “Una prostituta de Glasgow me pego las purgaciones”.

Crowley cuenta muchas anécdotas sobre sus primeros años, similares a las que suelen contar la mayoría de los jóvenes, exceptuando, quizá, una, a propósito de un grato, que para mi revela una sorprendente atrofia de sentimientos. Había oído, escribe que los gatos tenían nueve vidas, por lo que dedujo que seria prácticamente imposible matar a uno de ellos.

Cogi un gato, y después de haberle suministrado una generosa dosis de arsénico, le propine cloroformo, lo coloque encima del gas, lo apuñale, le abrí la garganta, le aplaste el cráneo y, cuando ya lo tenia bastante chamuscado, lo ahogue y lo tire por la ventana, para que la caída acabase con su novena vida. Estaba auténticamente apenado por el animal; simplemente, me obligue a mi mismo a continuar con el experimento, en interés de la pura ciencia.

En 1895, a la edad de veinte años, Crowley ingreso en el Trinity College, en Cambridge. Había pasado el examen de admisión para estudiar filosofía, pero le disgusto tener que aprender economía política, que era una de las asignaturas del programa. No dijo nada de las restante materias, excepto que no paso ningún día, que aquellos tres años, sin que dejara de estudiar alguna obra dramática del teatro clásico griego. Utilizaba la mayor parte del tiempo en leer y escribir poesía.

Durante las vacaciones, viajo al extranjero, vagando en solitario por toda Europa: llego hasta San Petesburgo con la vaga intención de aprender ruso para poder entrar al servicio diplomático; y también fue a Suiza para escalar los Alpes. Sus momentos de mayor felicidad fueron aquellos en los que llego a encontrarse solo, entre las montañas, experimentando una indescriptible sensación de poderío cuando llegaba a conquistar alguna cumbre. En 1894 escalo los acantilados de Beachy Head, lo que supuso su entrad en el mundo del alpinismo y le preemitió cartearse con el celebre escalador A.F. Mummery. Entre 1894 y 1898, no falto ningún año a su cita con los Alpes. Según su propio testimonio, que concuerda con el de T.S. Blakeney, su mejor año seria el de 1895, pues en el habría escalado las siguientes cimas: el Eiger (en solitario), el Eigerjoch, el Jungfraujoch, el Monch (partiendo de Wengen), el Jungfrau, desde el Rottalsattel, el Wetterlucke, el Monchjoch, el Beichgrat, el Petersgrat y el Tschingelhorn. Era considerado dice Blakeney, “un escalador que prometía, aunque algo irregular”; Norman Collie, Mayland, Solly, H.V. Read, Eckenstein, Larden y otros mas dieron testimonio de su capacidad como escalador, especialmente sobre roca, “y Larden era el único que le veía como un atolondrado”.

El ultimo día del año 1896, mientras dormía en su hotel de Estocolmo, se despertó con “la seguridad de disponer de un medio mágico para devenir consciente y satisfacer una parte de mi naturaleza que hasta aquel momento me había sido inaccesible”. No parece nada claro el significado de estas palabras, pero, a mi entender, lo que quiso decir fue que había tenido una iluminación: podría controlar la realidad mediante una actividad mental de tipo…

(Faltan Pagina 38 - 39)

El poema apareció durante su último periodo de estancia en el Trinity. A lo largo de aquellos años había trabajado poco, pero no había malgastado el tiempo, puesto que había descubierto lo que quería ser: un Adepto de las Artes Secretas, un Mago. Solo la magia podría asegurarle la inmortalidad, entendiendo por magia lo que el entendía: el arte que controla las fuerzas secretas de la naturaleza. De aquel modo había encontrado, por usar el término que tendría a flor de boca durante toda su vida, su Verdadera Voluntad.

¿Qué utilidad tenia, argüía, llegar a ser diplomático? Bien pronto habría sido olvidado. Supongamos que hubiese sido nombrado embajador en Francia. Después de cien años, ¿Quién se acordaría del hombre que había ocupado aquel puesto? Una de sus ambiciones había consistido en llegar a ser un gran poeta, pero, realmente, la poesía no era mucho mejor que la diplomacia. Esquilo era un simple hombre, excepto para una pequeña fracción de los tres mil estudiantes que residían dentro de su campus. “Debo encontrar”, se dijo Crowley, “una materia sobre la que pueda trabajar y que sea inmune a las fuerzas del cambio”.

El retrato de un hombre nunca esta completo sin un apunte, al menos, de su madre. A juzgar por su fotografía, Emily Bertha Crowley, “originaria de una familia de Devon y de Somerset”, era una mujer de apariencia sencilla; según lo que ella cuenta su hijo, también era poco comprensiva. Intento convertir a Alexander en beato presumido y lo único que consiguió fue que este la presentara a los lectores de su autobiografía como “una fanática de la especie más estrecha, lógica e inhumana”.

Parecer ser que Crowley ha tratado tanto a su madre como a la religión que esta profesaba con un sarcasmo de lo más brutal. Lo que trajo como consecuencia que aquella reaccionase llamándole “La Bestia”, por que su blasfemo comportamiento le recordaba el de la Bestia del Apocalipsis: “Y vi una bestia que salía del mar, y tenia diez cuernos y siete cabezas, y en sus cuernos diez diademas… Y abrió la boca para blasfemar contra Dios”. No esta nada claro si esta idea que ella tenia de su hijo debe ser tomada en sentido literal o figurado, pero Aleister, que habia decidido ocupar el ligar de Dios, la acepto en un sentido literal, y creyó que el mismo era la Bestia.

A lo largo de este libro podrá observarse hasta que punto llevo Crowley esta convicción.

martes, 1 de junio de 2010

1. Vidas Pretéritas.

¿Quién era Aleister Crowley? Ni siquiera el propio Crowley lo sabía a ciencia cierta. Solo sabia que un muchacho llamado Edward Alexander (“Alick”) le había nacido en 1875 a Edward Crowley, cervecero y miembro prominente de la Confraternidad de Plymouth, y que ese hijo había crecido lo suficiente para darse a si mismo el apelativo de Aleister y para repartir el tiempo entre el escalar montañas y la practica de rituales mágicos. Pero ese niño, así lo sentía, era solo parte de “Aleister Crowley”; una parte insustancial y meramente fenoménica. El autentico Crowley, más dios que hombre o, si se prefiere, el superhombre, henchido de elevados pensamientos y de una despreocupada, aunque apacible actitud respecto a la endeble humanidad, se encontraba en otro plano.

Por supuesto que ya había vivido anteriormente y que volvería a vivir de nuevo. Había tenido muchas vidas pretéritas, así como una existencia ininterrumpida como Maestro (lo que se conoce como Maestro Oculto o Jefes Secretos) en uno de los Planos Superiores de la Existencia.

En cierta ocasión, Crowley consigue vislumbrar su existencia como Maestro, cuando describe su participación en un Consejo de Maestros, poco antes de la época de Mahoma. La reunión tuvo lugar en una de esas remotas fragosidades situadas en los bosques que se hallan rodeados de montañas, allá por… en una de las regiones mas despobladas de Europa. (No se hace mención del emplazamiento exacto)

El asunto urgente que había que tratar en aquella ocasión –a comienzos de la Edad Media- era la política que era necesario adoptar para ayudar a la humanidad. Crowley se hallaba siempre en busca de camino y medios aptos para socorrer a la humanidad. “Una exigua minoría, en la que me incluyo”, escribe, “estaba a favor de una acción positiva; había que seguir una línea bien definida; los misterios, entre otras cosas, deberían ser revelados. La mayoría de los presentes, y en particular los Maestros asiáticos, se negaron a discutir siquiera la propuesta. Desdeñosamente, se abstuvieron de votar como diciendo: “Dejemos que los jóvenes aprendan la lección”. Por consiguiente, mi facción obtuvo la victoria y varios Maestros recibieron el encargo de llevar a cabo diversas tareas”.

La misión del propio Crowley consistía en llevar a Europa la sabiduría oriental y restaurar el paganismo en una forma más pura. Pero no aclara si esta misión le es asignada en el siglo VI d.C. (el nacimiento de Mahoma tiene lugar, aproximadamente, en el 570), o en una de sus posteriores encarnaciones. Es indudable que en su encarnación de Aleister Crowley hizo todo lo que pudo para la restauración del paganismo, tal y como señalaron el Sunday Express y el John Bull, dos de los periódicos que le atacaron por ese motivo.

No es sorprendente que Crowley, cuyos sueños están llenos a rebosar de reyes y papas, considerase al papa Alejandro VI como una de sus encarnaciones. Este prelado inteligente, aunque amante de los placeres, acusado de cometer asesinato e incesto, era el tipo de Papa que a el le hubiera gustado ser. Una de sus posesiones más preciadas era un Seki de oro que había sido acuñado por Alejandro: en una de sus caras se podía ver su escudo de armas y el del Papado y, en la otra, la escena evangélica de la pesca milagrosa. Crowley utilizaba aquella moneda como “disco”, o talismán, en sus operaciones mágicas conducentes a la obtención de oro. Por desgracia, los recuerdos de su vida como papa son escasos, a no ser que, en contra de lo acostumbrado, se mostrase reservado; lo único que dijo, al respecto, fue que fracaso en su empeño de “culminar el Renacimiento, al no haber conseguido purificar íntegramente su propia personalidad”.

Tenía bastantes recuerdos de lo que le había sucedido en los tiempos pretéritos. Por ejemplo, había sido el sacerdote tebano Ankh-f-n-Khonsu, que vivió durante la vigésima sexta dinastía (El prefacio de The Equinox of the Gods fue firmado no con el apellido Crowley, sino con el nombre de Ankh-f-n-Khonsu), y también el sabio chino Ko Hsuan, uno de los discípulos de Lao Zi y autor de la obra Khing Kang King que seria puesta en rima por Crowley.

La identidad de Aleister Crowley se ve complicada mas adelante por su Santo Ángel de la Guarda, Aiwass, que en algunas ocasiones se parece mas a Crowley que al mismísimo Aleister.”Siempre he tenido mala salud… una mezcla de fiebre palúdica y reumatismo, con síntomas neurálgicos pasajeros, etc.”, escribía Crowley en mayo de 1917, a la edad de cuarenta y un años.”Pero yo mismo, Aiwass, he estado considerando todo este tiempo como comportarme con relación al cuerpo y a la mente de Crowley ¿Puedo seguir utilizándolos? ¿Avanzarían más deprisa mis ideas si el (Crowley) muriese? ¿No seria mas sabio que se manifestase en otro, o en una multitud?”

Pero por aquel tiempo Crowley se encontraba en Estados Unidos y el tono quejumbroso de este extracto de su diario se debe a que con la entrada de este país en la Gran Guerra junto a los Aliados, el tuvo que dejar de escribir propaganda para las Potencias Centrales. Había apostado por la parte que, en aquel momento, ya sabía que iba a perder y temía las consecuencias. No debe sorprendernos, pues, que se aferrase a su Santo Ángel de la Guarda, Aiwass, y que desease poder deshacerse de la piel de Crowley.

En el mes de junio de aquel mismo año conocería a una mujer de Pennsylvania llamada Anna Katherine Miller, a la que daría el sobrenombre de “El Perro”, y con la que se iría a vivir, en agosto, a un departamento de Central Park West, “¡Donde no podemos ver otra cosa que no sean árboles!” ¡Gloria a Otz Chiim (el Árbol de la Vida), entre cuyas ramas, el Pájaro de los Prodigios, el cisne Paramahamsa (el cisne divino) hace Su nido! (Se perfectamente que los cisnes terrestres no anidan en los árboles)”. Y pensaba que Anna era la materialización de una “Muchacha Morena” que había visto en una visión.

Un año más tarde se dirigía hacia uno de sus Retiros Mágicos, remando en una canoa, río Hudson abajo, para acampar en la “Isla de Esopo”. Seria en aquella isla en donde recordase, en una serie de trances, algunas de sus vidas anteriores.

Los trances fueron peculiarmente intensos. Se sirvió del yoga para llegar a ellos, y la mención que hace del samadhi (el éxtasis supremo) revela que había alcanzado el grado máximo de concentración. Según sus enseñanzas budistas, el progresivo perfeccionamiento del espíritu, mediante la concentración proporcionad por el yoga, despierta los recuerdos de las encarnaciones anteriores. Crowley recurrió al uso de la cocaína y del anhalonium. Y llegaría a decir que los trances fueron de una sublimidad tan grande que escapaban de cualquier descripción lingüística: terminarían con una “visión angélica” de la que nunca antes había gozado.
La encarnación inmediatamente anterior a la de Aleister Crowley era la de Eliphas Levi, que era el seudónimo adoptado por Alphonse Louis Constant, autor de obras que tratan sobre la magia y la Cabala, que eran ampliamente conocidas.

Cuando, años mas tarde, estaba hablando con Crowley en su retiro de Hastings, le hice la objeción de que Levi había muerto seis meses antes de su nacimiento, lo que equivalía decir que cuando Levi estaba vivo, Crowley se encontraba ya en estado fetal. Pero me replico que en ello no había contradicción alguna, puesto que el espíritu de Levi solos había penetrado en el seno de su madre cuando esta llevaba ya tres meses de embarazo.

Si se esta dispuesto a Creer que Crowley es Levi reencarnado es posible, entonces, explicar muchos aspectos de su carácter, pero su “memoria Mágica” no revelo nada sobre Eliphas Levi que el mismo no hubiera podido averiguar tras la lectura de la traducción que Arthur Edward Waite hiciera, en 1896, de la obra de Levi Dogme et Rituel de la Haute Magie, y, especialmente de su prefacio de tipo biográfico.

Durante su trance, Crowley revivió la vida de Levi, después de haber regresado, marcha atrás, a su propia infancia, nacimiento y estado prenatal; aseguro haber llegado en el momento en que Levi estaba a punto de morir. (Una fotografía en la que Levi aparece muerto, yacente en una cama de bronce, con un gran crucifijo encima de la cama, fue reproducida en la edición inglesa de 1913 de su Histoire de la Magie): “y pude contemplar bastantes escenas de la vida de Levi, por lo general poco importantes, aunque recuerdo varios episodios con mi mujer, y los momentos en que recibía las diferentes ordenes del sacerdocio católico”.

Lo siguiente que recordaba era una pequeña iglesia en el campo, con una torre cuadrada… y muchos caminos, anchos y polvorientos. Aquella escena le hizo pensar en Midi de Francia, con lo que vino a la memoria el nombres de Arles. Recordó un punzante sentimiento de inferioridad social, sin duda a causa del humilde nacimiento de Levi que, al decir de Crowley, explicabas las ideas socialistas de aquel. “También recuerdo un alargo paseo que hice a los diecisiete años, campo através, por algún sitio del nortes de Francia., me parece, y que mis aspiraciones terminaron en un juramento mágico”.

La memoria mágica de Crowley no revelo acerca de Levi mas de lo que el propio Levi había revelado en persona. Sabemos que, durante la primavera de 1854, se fue de Inglaterra, buscando una nueva corriente mágica, y también para dedicarse, de manera ininterrumpida, a sus investigaciones, que, según el, realizaba en nombre de la ciencia. Disponía de algunas cartas de presentación que debía entregar a personas prominentes, al parecer interesadas en lo sobrenatural. Pero, cuando las conoció, descubrió, para gran desilusión suya, que, a pesar de su extremada cortesía, su interés por el tema obedecía a criterios de índole sensacionalista o superficial. Esperaban de el que realizase milagros, “como si yo fuera un charlatán”, escribió Levi con indignación. Ese tipo de mentalidad, tan pobre, le disgustaba. Y aunque hubiera intentado obtener alguno de los resultados más sorprendentes de la magia ceremonial, cuya naturaleza le repelía, no habría podido conseguirlo sin disponer de un equipamiento costoso y poco común.

Cuando, una tarde, regresaba a su hotel, Levi se encontró con que alguien había preguntado por el, y le había dejado una nota. Se trataba de una tarjeta de visita, o mas, bien una media tarjeta, cortada en diagonal, sobre la cual Levi reconoció, al punto, la mitad del Sello de Salomón, la estrella de seis puntas usada en la magia. La nota decía: “Mañana, a las tres, enfrente de la Abadía de Westminster, le será entregada la otra mitad de la tarjeta”.

Y a las tres en punto del día siguiente, Levi se hallaba paseando nerviosamente, de un lado a otro, ante la entrada principal de la Abadía. De repente, se detuvo un carruaje y un lacayo bajo de el, acercándose al mago francés, a quien hizo una seña; a continuación le abrió una de las puertas del vehiculo para que pudiese entrar. En cuanto Levi siguió las instrucciones, el carruaje se puso en marcha.

Se encontró sentado al lado de una dama de negro, profusamente velada, quien le presento la otra mitad de la tarjeta, con lo que el Sello de Salomón quedo completo. Solamente entonces levanto su tupido velo.

Me parece que debiera disculparme de antemano, por tener que decir al lector de tendencias románticas que aquella misteriosa desconocida, que hablo a Levi en un francés cargado de fuerte acento ingles, no era ni joven ni bella. Era, ay, mayor, con las cejas totalmente grises, aunque sus ojos eran negros y, extrañamente fulgidos. La dama menciono al novelista Bulwer Lytton, a quien Levi había conocido. En realidad, el disgusto que Levi experimentaba hacia la sociedad inglesa había sido causado, fundamentalmente, por las persona que había conocido en Knebworth House, en el Hertfordshire, donde Lord Lytton, hermano del celebre espiritualista y levitador Daniel Douglas Home, había organizado un club de experimentos mágicos. Mientras el carruaje se dirigía hacia la cas de la dama de cejas grises, esta le dijo que uno de los amigos de Bulwer Lytton había dicho de el, Levi, que rehusaba a demostrar sus habilidades mágicas si solo se trataba de satisfacer la curiosidad, y añadió que ella misma poseía una colección de indumentaria e instrumentos mágicos que le agradaría muchísimo enseñarle, siempre que jurase no revelar su identidad. Si el declinaba su juramento, entonces se vería obligada a llevarle de regreso a su hotel. Levi juro que nadie se enteraría.

Y así, gracias a esta desconocida dama inglesa, el mas grande de los magos franceses del siglo XIX realizo su celebre evocación de Apolonio de Tiana, el autor del Nuclemeron. La ceremonia tuvo lugar, después de un periodo de preparativos que se prolongó durante veintiún días, en una torrecilla de la casa de la dama que encerraba una pequeña estancia, cuyas paredes fueron recubiertas con espejos cóncavos. Mirando hacia el este había un altar de mármol blanco, con un pentagrama inciso en su parte superior; el pentagrama estaba repetido, dibujado a varias tintas, sobre un blanco pergamino desplegado debajo del altar. Levi se endoso una amplia vestidura blanca que le llegaba hasta los pies (no muy diferente de la que había llevado cuando ejercía de sacerdote católico), ciño su frente con una corona de hojas de verbena, entrelazada con una cadena de oro, y, mientras sostenía con una mano el texto del ritual, empuño con la otra una espada. Un brasero en el que se consumía carbón de madera aliso y de laurel completaba la puesta en escena.

El mago comenzó a cantar la invocación, primero en voz baja, luego subiendo progresivamente la intensidad.

Cuando la ceremonia se dio por concluida, Levi no estaba seguro de haber invocado al divino Apolonio. La imagen que describió del antiguo griego que se le había aparecido era la de un hombre totalmente cubierto por un sudario, pero que debía dejar ver su rostro, pues Levi describe el supuesto rostro de Apolonio diciendo que era un hombre delgado, melancólico, y sin barba, descripción que no se corresponde, en modo alguno, con la del busto griego de Apolonio, barbado, bello y de frente amplia. La aparición no hablo directamente a Levi, pero le toco en una mano y en un brazo, que, al instante, se le volvieron insensibles, y permanecieron en ese estado varios días.

La dama en cuya casa había tenido lugar aquella singular ceremonia era una iniciada de alto grado, pero su relación con el mago Frances no duro mucho. Levi, fiel a su juramento, no revela su identidad, pero da un esbozo de su carácter: “Estoy seguro”, dice, “de que era adicta a la nigromancia y a la goecia (magia negra). En ocasiones perdía completamente su autocontrol; otras veces se abandonaba a inexplicables accesos de pasión, para los que era difícil encontrar un motivo, abandone Londres sin despedirme de ella”.

Pero Crowley, que no estaba ligado por el pacto de silencio, nos refiere que, de acuerdo con su memoria mágica, “se trataba de una condesa, o algo parecido, además de una autentica hija de Satanás, el tipo de mujer capaz de asesinar a la gente por puro despecho. De hecho, era una criminal”.

Dos semanas mas tarde, en otro trance retrospectivo ocurrió en la Isla de Esopo, Crowley vio pasar, ante su mirada impasible, la vida de Cagliostro, pero de una manera un tanto atropellada.

El recuerdo mágico de Crowley tuvo de si mismo, en su existencia como Giuseppe Bálsamo, mas conocido como el Conde de Cagliostro, el aventurero y mago siciliano del siglo XVIII, también es poco convincente, ya que muchos de sus pormenores no concuerdan con los hechos comprobables y conocidos de la vida del mago. Es sabido que murió en la inexpugnable fortaleza de San Leo, cerca de Montefeltro, en los calabozos de la Inquisición. Sin embargo, Crowley lo vio morir “en algún bosque rodeado de montañas”, en el transcurso de un viaje en el que era acompañado por un joven campesino, vestido con ropas vistosas.

Que Túnez sea el lugar de su nacimiento, en vez de Palermo, es otro de los errores achacables a la memoria mágica de Crowley.

Cuando fui Cagliostro, recuerdo haber nacido en un burdel que llevaba mi abuela materna. Mi madre era medio árabe, y mi padre, presumiblemente, algún rico viajero. Era un esplendido burdel. Que, a causa de mi nacimiento, mi madre tuvo que acabar casándose con un pescador. Este nacimiento viene precedido por un profundo horror y una gran oscuridad, que, en este momento en que intento penetrarla, se hace más densa.

La encarnación de Crowley anterior a la de Cagliostro tuvo lugar en algún oscuro y anónimo individuo, como consecuencia, sin duda, de algún error mágico. Se trataba de un joven de cabello negro, pálido y granujiento, con profundas y moradas ojeras, una cabeza demasiado grande, con relación a su cuerpo, y una mirada de poseso. La vida de aquel melancólico joven fue breve, pues acabo ahorcándose a la mitad de veintiséis o veintiocho años. Crowley no da ninguna explicación al respecto, pero de la descripción que hace de su madre, como de una mujer severa y autoritaria, se deduce que las relaciones entres ambos no eran cordiales. Ella era holandesa, alemana o suiza alemana; Crowley no estaba totalmente seguro de ello.

Al día siguiente, el 25 de agosto de 1918, a las 5:10 de la tarde, otro trance tuvo como resultado que Crowley se encontrase frente a frente con Heinrich Van Dorn, un individuo algo más enérgico. Da la impresión de que Crowley se ha escandalizado de la vida d aquel, que describe como fútil y dedicada a la magia negra; era todo un concatenamiento de grimorios, de inútiles y diabólicos ritos, de pactos con Satanás, que este cumplió con sorna, y de crímenes, peores aun que de las brujas.

El mismo trance lo condujo a una encarnación que precedía a esta última. Daba comienzo con la muerte de un ruso de cuarenta y cinco años, llamado el padre Iván, bibliotecario de un inmenso castillo que pertenecía a una orden militar.

El castillo, escondido en una llanura poblada por una espesa floresta y circundada por altísimas montañas, debía encontrarse, según Crowley, en el sur de Polonia, o en los Balcanes. Lo único cierto, sin embargo, era que el padre Iván, que procedía de noble cuna, había sido educado en Alemania. A primera vista, su aspecto no era fuera de lo corriente: una cara redonda –su tipo somático era el pícnico- , ojos grises, cabello y bigote rubio ceniza, piel pálida y dientes regulares. Pero su carácter era notable. Gracias a su gran habilidad para la magia –era un Adeptus Maior en toda regla- tenia a los monjes guerreros en un puño, metiéndolos en todo tipo de intrigas políticas y controlando su servicio secreto.

Encontró un útil ayudante en la persona de una bruja húngara que vivía en el bosque: en una de las operaciones mágicas que realizaban conjuntamente habían aparecido licántropos y vampiros, y se había consumado un sacrificio humano. Mas tarde, la bruja seria capturada por unos campesinos furiosos y quemada viva.

El padre Iván tenía una doble personalidad. Por una parte era afable y jovial pero, por otra, estaba sujeto a crisis de violento furor, en cierta ocasión, presa de un acceso de rabia, había matado a golpes de fusta, a Stephen Otto, su paje favorito. En su juventud había sido un gran duelista y tenido como amante a una famosa prostituta, lo que había dado lugar a que tuviera que batirse con frecuencia para defender la reputación de aquella. Todo eso le supuso problemas con las autoridades universitarias, aunque logro salvarse de la expulsión al defenderse así mismo en griego, y con tanta habilidad que cautivo a todo el mundo.

Crowley describe detalladamente a la amante: tenía dos lunares en el rostro, una profunda cicatriz debajo del ojo izquierdo, una nariz larga y aquilina, una boca amplia y sutil, y su tez estaba profundamente encendida. (Téngase en cuenta que, para Crowley, se trata del arquetipo de la belleza, la perfecta Mujer Escarlata; no es, pues, sorprendente, que la dama, en cuestión, atrajese al padre Iván) También era una excelente cantante y sabía tocar la mandola, el Krummhorn y la citola. Mientras era la amante del joven Iván se hacia mantener por un viejo y gordo burgomaestre. Y tenia la costumbre de encoger al joven Iván en su habitación para que pudiera observar las crueldades, tanto físicas como mentales, que infligía al burgomaestre.

En la ciudad –presumiblemente Heidelberg- había otro estudiante, que era el rival de Iván en los favores de la cortesana, pero que se suicido en un acceso de resentimiento. Tras el escándalo que siguió, la joven seria expulsada de la ciudad.

Crowley recordaba la ventana de su casa, adornada con flores rojas, que daba a una calle estrecha; decía que era una visión tan nítida que daba la impresión de recoger sucesos ocurridos el día anterior, y, en particular, la imagen de una mujer apoyándose en la ventana, con sus senos desnudos y sus blancos dientes que resplandecían cuando le llamaba, era la mas linda de todas. Gracias a ella llego a conocer al “malvado obispo”, una persona misteriosa que tenia la costumbre de pasearse por la ciudad montado a caballo y con una mascara. Cierto día, el obispo comenzó a charlar de magia con Iván, pero, desafortunadamente, seria asesinado poco después; se rumorea que era un enviado especial del Papa.

La encarnación anterior a la del padre Iván era la de un joven rico y de buena familia, más hembra que varón, un hermafrodita desagradablemente deforme. Crowley recordaba claramente sus calzas de terciopelo azul oscuro, su capa guarnecida y su sombrero emplumado. Era menudo, delgado, tuberculoide, con una maraña de pelos castaño-rojizos y una malformación en la columna vertebral. Tenía carácter terrible u detestaba a la humanidad. “Mori de sífilis, contagiado, por un reitre alemán que me había violentado”, escribió Crowley; a modo de despedida.

Había otras encarnaciones, sobre todo al de sir Edward Kelly, un médium desorejado que veía y oía a los ángeles a cuenta del versado doctor John Dee. El carácter aventurero y dudosa reputación de Kelly indujeron a Crowley a preferirlo al estudioso Dee; ambos eran contemporáneos, por lo que tenia que decidirse por uno o por otro.

Las vidas pretéritas de Crowley se pierden en una serie de misteriosas figuras, tan vagas como la encarnación de Aleister Crowley, que duro desde 1875 hasta 1947. A juzgar por una carta que escribiera en el último año de su vida a Jacinta Buddicom, el era consciente de la caleidoscópica naturaleza de su carácter:

Por aquel tiempo, tenia una pequeña rosacruz –cinco rubíes y una rosa de cinco pétalos en una cruz formada por seis cuadrados con inscripciones varias- y me había comprometido conmigo mismo que, cuando la llevara, adaptaría una personalidad, y cuando me la quitara, otra distinta. Y eso me fue de una gran ayuda, al separar los distintos elementos de mí ser. No se trataba de tener dos personalidades mágicas, sino de construir dos personas de características totalmente diferentes. Una, por ejemplo, podía ser un estudioso, también montañero y esperador, una persona capaz de grandes proezas atléticas, de ánimo generoso, etc. La otra tenia características bien diversa, muy distintas de las de la primera, y yo la utilizaba para castigarme de mi mismo, cuando, adoptando una cualquiera de ambas personalidades, llevara a cabo alguna acción que solo hubiese sido conveniente para la otra.

Capitulo 1

lunes, 31 de mayo de 2010

7. Aiwass y El Libro de La Ley

Aunque Mathers, según Crowley, hubiera acabado de sucumbir a los demonios malignos ecovados por la magia de Abra-Melin y, por tanto, hubiese perdido el contacto con los Jefes Secretos, lo cierto es que ni siquiera el propio Perdurabo había conseguido comunicarse con ellos. Y así no podría fundar una Orden duradera. Antes o después necesitaba establecer, y por sus propios medios, un contacto con los dioses o, de lo contrario, debería abandonar para siempre la magia.

El 14 de marzo, los príncipes de Chioa Khan, Se trasladaron a un apartamento en una casa esquina, cerca del Museo Boulak. Crowley transformo en templo la habitación que daba al norte y, una vez mas, reanudo las ceremonias mágicas, invocando a Thoth, IAO.

Rose se encontraba en un extraño estado mental, como aturdida. A causa de su embarazo estaba como bebida, o como histérica, siempre según Crowley. Y seguía repitiendo, como en un sueño: “Te están aguardando”. El 18 de marzo se le ocurrió hacer la sorprendente declaración de que “el que te esta esperando era Horus”, y que Aleister lo había ofendido, por lo que tenia que invocarlo y pedirle perdón.

“¿Quién es Horus?”, le pregunto Crowley, Rose no conocía nada de egiptología. Y en su boca el nombre sonada de manera extraña. Por toda respuesta, condujo a Crowley hasta el museo cercano, un museo, apunta Crowley, que no había visitado con anterioridad. Pasaron por delante de varias estatuas de Horus y subieron por las escaleras. Al fondo se veía una vitrina de cristal, pero estaba demasiado lejos como para reconocer lo que contenía.

“¡Allí!”, exclamo Rose, señalándola, “¡ Allí esta El ¡”

Perdurado se acerco la vitrina. En ella se encontraba la imagen de Horus, bajo el aspecto de Ra-Hoor-Khuit, que había sido pintada en una estela de madera de la dinastía XXVI.
De repente Crowley retrocedió, sorprendido: el objeto expuesto llevaba el numero 666. ¡Su numero, el numero de la Bestia!

El templo en el apartamento del príncipe Chioa Khan vibraba con el sonido de los rezos, mientras una figura descalza, vestida de blanco y cubierta de joyas, invocaba en voz alta al dios egipcio Horus, siguiendo las instrucciones de Uarda la Vidente, como Crowley llamaba, por aquel entonces, a su mujer, ya que Uarda era el nombre arábigo de Rose. Un cuenco lleno de sangre de un toro y una espada sobre el altar, enfrente del suplicante:

¿Cómo podría humillarme aun más ante ti? Tú eres el poderoso e invencible señor del universo; yo soy una chispa de Tu indecible Esplendor.
¿Cómo podré acercarme hasta ti? Pues tu estas por Doquier
Pero tú te has dignado graciosamente llamarme hasta ti, para que con este exorcismo del Arte yo pueda ser tu Siervo, Tu Adepto, ¡Oh Resplandeciente! ¡Oh, Sol de Gloria! Tu me has llamado… ¿no debería apresurarme a llegar a tu Presencia?
Vengo hasta ti con manos que aun no han sido lavadas, y lamento haber vagado tanto en tu Busca… ¡Pero Tu lo sabes!
¡Si, me he Dado al mal!
Ante ti inclino mi cuello; y al igual que Tu Espada estuvo un tiempo sobre el, así me encuentro ahora en tus manos. Golpea si tú quieres. Perdóname, pero acéptame tal y como soy.

La voz del adepto, Perdurabo, que había vagado solitario por el mundo, en busca de un signo y una palabra, se convirtió en una exclamación:

¡Pulsa, pulsa el acorde maestro!
¡Desenvaina, desenvaina la llameante Espada!
¡Coronado como Hijo y Señor Conquistador,
Horus, vengador!

En la ciudad de las pirámides, antigua patria de la magia, una voz solitaria rezaba de nuevo, en una extraña lengua que no era el egipcio, después de miles de años, al dios de la cabeza de Halcón, Horus:

Por lo tanto yo te digo: Ven y reside en mi; para que todo Espíritu, ya sea del Firmamento, o del Éter, o de la Tierra, o bajo la Tierra; en la tierra seca o en el Agua, o en el Aire Giróvago, o en el Rugiente Fuego; y todo encantamiento y flagelo de Dios el inconmensurable seas TU. ¡Abrahadabra!

La invocación tuvo un éxito indudable, pues el hermano Perdurabo recibió el mensaje (Por mediación de Uarda la Vidente) de que el “Equinoccio de los Dioses ya había llegado”. O dicho llanamente, que había comenzado una nueva Era para la humanidad, y que Aleister Crowley había sido elegido para ponerla en marcha.

Después de sus primeros experimentos con la magia de Abra-Melin en su oratorio de Boleskine. Crowley había estado buscando la forma de poder hablar con su Santo Ángel de la Guarda. Ahora, al menos, apareció: primeramente a Uarda la Vidente, a la que encargo que dijera a su marido que invocase a Horus y que fuera al templo y transcribiera lo que en el oyera. Se llamaba Aiwass y era un Jefe Secreto (Con el grado de Ipsissimus)

Bastante impresionado por la revelación de Rose, hizo lo que esta le había dicho. El 8 de abril de 1904, exactamente a las doce del mediodía, entro en el templo, enarbolando en una mano su pluma estilográfica marca Swann: se sentó en el escritorio, puso a su alcance algunos folios y espero que pasara algo.

Súbitamente, una voz comenzaba a hablar; le llegaba por encima del hombro izquierdo, desde el rincón mas alejado de la habitación.

“¡Hadit! La Manifestación de Nuit”
“La Revelación de la asamblea celeste”

Perdurabo comenzó a escribir de prisa, mientras la vos “de Timbre profundo, musical y expresiva, de tonos solemnes, voluptuosos, tiernos, fieros, o severos, según el talante”, pronunciaba su importante mensaje destinado a toda la humanidad.

“Ayúdame, Oh Señor guerrero de Tebas, en mi revelación a los hijos de los hombres”

Crowley escribió ininterrumpidamente durante una hora; y a la una de la tarde, después del versículo sexagésimo sexto: “A mi, A mi La manifestación de Nuit ha acabado”, Aiwass se desvaneció y Crowley dejo la pluma.

Al día siguiente, nuevamente a las doce del mediodía. Perdurabo entro en el templo. Con la misma puntualidad europea. Aiwass apareció y comenzó a dictarle el capitulo segundo:

No nos ocuparemos del réprobo y del indigno: que mueran en su miseria. Pues ellos no sienten. La compasión es el vacío de los reyes: pisotea al ruin y al débil: esta es la ley del fuerte; esta es nuestra ley y la alegría del mundo. No pienses, Oh rey, en los que mienten cuando dicen tu debes morir; pues en verdad, no morirás, sino que vivirás. Que se sepa: que el cuerpo del Rey se disuelve, el quedara para siempre como puro éxtasis. ¡Nuit! ¡Ra-Hoor-Khuit! El Sol, la Fuerza, y la Vista, La Luz son para los Siervos de la Estrella y la Serpiente.

El mismo proceso fue seguido al tercer día, cuando el mensaje de Aiwass estuvo completo

Crowley estaba tentado de mirar por encima de su hombro y echar un vistazo a su Santo Ángel de la Guarda. Al parecer lo hizo, pues dijo que Aiwass se hallaba suspendido sobre una especie de nube y que “tenía el aspecto de un hombre alto, moreno, de treinta y tantos años, bien proporcionado, activo y fuerte, con el rostro de un rey salvaje y los ojos velados, para que su mirada no destruyese lo que veían”. Aunque Crowley difícilmente podía saberlo en aquel momento, había vislumbrado al Diablo. Aiwass (o Aiwaz) era el mensajero de Hoor-Praa-Kraat, es decir, Set, el dios Destructor, el hermano y asesino de Osiris. Set también fue llamado Shaitan, que no es otro que el prototipo del Satán del cristianismo. Y Crowley había visto a Set, o Shaitan o Satan, por que la palabra del dios (transmitida en este caso por Aiwass) es el propio Dios. Mas tarde, ya no tuvo dudas del carácter de Aiwass, al que había llamado su Santo Ángel de la Guarda. Por esto escribió: (el de la Mujer Escarlata) será dulce a nuestras impuras bocas, el Sacramento por el que alabamos a Aiwass. Nuestro Señor y Dios, el Diablo…” (The Magical Record, 22 de julio de 1920).

El Libro de la Ley o Liber Legis como fue llamada la declaración de Aiwass, consta de una serie de versos ditirámbicos, que contienen más signos de exclamación que cualquier otra obra de longitud similar. Trata de temas que tiene que ver con las preocupaciones de Crowley, y esta escrito en un estilo inconfundible. También incorpora sus personajes bíblicos preferidos y citas del escritor Francois Rabelais, al que consideraba un iniciado de alto rango.

“Quedan abrogados todos los rituales, todas las ordalías, todas las palabras y signos”, dice uno de los versos. Lo que significaba que había que desprenderse de la magia ceremonial, tal y como era enseñada en la Golden Dawn.

“No os obliguéis a nada. No hagáis diferencias entre una cosa y otra, por que entonces vendrá el dolor”

Lo que equivale a decir: permanece a un estado de inconciencia, pues ser consciente supone hacer distinciones. La conciencia es diferenciación.

“Para adorarme, toma el vino y de las extrañas drogas de las que hablare a mi profeta, y embriágate con ellas”

(Salto de dos paginas)

… (:::) consistió en que Crowley escribiera a Mathers una carta Oficial para informarle de que los Jefes Secretos le habían nombrado a él Jefe Visible de la Orden, y habían implantando una nueva formula mágica: Thelema. “No esperaba recibir respuesta” dijo Crowley “Y por eso le declare la guerra a Mathers”.


Capitulo 7 La Gran Bestia