Bienvenido al Abismo de la Gran Bestia 666

Vida, pasion y Obra de Aleister Crowley
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lunes, 2 de agosto de 2010

13. Baphomet, Rey Supremo y Santo.

Crowley era un hombre sin amigos, y no porque le faltase gente con la que mantener una amistad, sino porque, como todos los fundadores de una religión, no quería amigos, sino discípulos. Pero poco importaba eso a Aleister Crowley, el hombre: todos sus pensamientos se centraban en Crowley, el Logos del Eón, o en Crowley, el Vagabundo de la Desolación

Durante el ultimo año que paso en Cambridge, cuando cumplió los veintitrés, conoció a un hombre diez años mayor que el. Se trataba de Herbert Pollitt, quien, según el propio Crowley, había acudido a Cambridge con la única finalidad de poder bailar en el Footlights Club. Se hacia llamar Diane de Rougy, en honor a Liane de Pougy, la celebérrima cortesana y actriz. Crowley también diría de el que era “interprete de personajes femeninos”, dando a entender con ello que era actor, y no un travestido. Ambos se harían amigos; la amistad llegaría a ser bastante profunda, hasta el punto de que Crowley llegaría a poner por escrito que aquella “había sido la primera amistad intima de su vida”.

Lo que dice acerca de Pollitt presenta caracteres dispares: habla de una gran amistad, pero la breve descripción que hace de ella no consigue sino poner al descubierto su carencia de fundamentos sólidos. Su descripción del rostro de Pollitt no resulta nada alentadora: “Tenia un aire trágico a causa de la terrible ansia de su mirada y de la amarga melancolía de su boca”. Solo su cabello, de color rubio claro, que, al igual que Oscar Wilde, se dejaba largo, parecía bello a los ojos de Crowley. Sus breves observaciones respecto a aquel amigo intimo – “entre ambos existía la camaradería mas noble y pura de todas las que hayan podido darse en este mundo”- son, extrañamente nos parece, distantes y poco afectuosas. Pero la actitud de Pollitt respecto a Crowley tampoco era mucho más cálida: no demostraba sentir el menor interés por cualquiera de sus actividades, no tenía simpatía alguna respecto a sus ambiciones poéticas o mágicas. Cabe, pues, preguntarse, que tenían en común. ¿Cuáles eran las bases de esa relación, descrita por Crowley como “la más noble y pura”?

No hay que ir muy lejos para encontrar la respuesta. Crowley hizo todo lo que puedo para ocultar el secreto mediante un lenguaje velado, e, incluso, utilizando como cortina de humo la observación de que, por aquel periodo, su vida sexual era intensa y sus relaciones con las mujeres totalmente satisfactorias. Pero, incomprensiblemente y de la manera mas chapucera posible, desvela el misterio, al precisar que “la relación que existía entre nosotros no era otra que esa intimidad ideal, que los griegos consideraban como la gloria mas grande de la virilidad, y el don mas precioso de la visa”. Durante el periodo lectivo de la Pascua de 1896 se vieron diariamente, y cuando llegaron las vacaciones, Pollitt acompañaría a Crowley a Wastdale Head, caminando a su lado sobre los acantilados.

Es muy posible que Pollitt fuer ale primer hombre que permitió a Crowley encauzar sus sentimientos femeninos en la dirección sexual apropiada. Es indudable que gracias a el Crowley recopilo parte del material que utilizaría en su obra The Scented Garden of Abdullah the Satirist of Shiraz, también conocida como Bagh-I-Muattar, y que seria publicada, de manera privada, en 1910 Uno de sus poemas, de corte homosexual, titulado “The Riddle”, esta, de manera encubierta, dedicado a su amigo intimo, pues, cuando se leen seguidas las iniciales de cada dístico, como en un acróstico, se obtiene el nombre de HERBERT CHARLES JEROME POLLITT.

Aceldama también estaba dedicado a Pollitt, aunque el nombre de este no fuese mencionado:

DEDICATORIA

¡Divino filosofo! ¡Querido amigo!
¡Amante y Señor! Acepta el verso
Que avanza como una sombría carroza fúnebre
Conduciendo a su fin ultimo el ataúd de la verdad.

Pollitt era “amigo intimo de Beardsley”, mientras que Crowley solo era uno de los “jovencitos” de Pollitt. La descripción que aquel hace de su “Amante y Señor” no carece de interés:

En el fondo de su corazón sentía un gran anhelo por todo lo bello, que yo calificaría con los apelativos de repugnante y cruel, puesto que carecía de esperanza. Estaba totalmente desprovisto de iluminación, en el sentido místico de la palabra. Su óptica acerca de la vida era desesperada y muy parecida a la de Des Esseintes (el personaje principal de Al revés, la novela de J.K. Huysmans). No aceptaba ninguno de los narcóticos u paliativos al uso. No tenia genio creativo, ni ideales; era incapaz de sentirse decepcionado por el amor, el arte o la religión. Simplemente anhelaba y gemía. En algunos aspectos me resultaba fastidioso, porque yo estaba decidido a hacer todo lo imposible para que mis sueños se convirtieran en realidad y el representaba el eterno descontento.

Los dos amantes, que paseaban junto por el College, repleto de estudiantes, no consiguieron mantener oculta la fascinación que cada uno de ellos sentía por el otro, ya que la licenciosa y entusiasta naturaleza de Crowley no se prestaba para ello. Como diría en sus Confessions, “en Cambridge descubrí que era, por naturaleza, profundamente apasionado, vamos, fisiológicamente hablando… pues pude comprobar que cuarenta y ocho horas de abstinencia eran suficientes para embotar el fino filo de mi mente”. Su actividad sexual era su replica a la “tiranía de la Fraternidad de Plymouth y a la de los Evangelistas”: cada acto sexual “una autoafirmación mágica”, mediante la cual hallaba el medio de expresar su naturaleza oculta, de encontrar su verdadera voluntad, y de influir en los acontecimientos del mundo que le rodeaba, en una especia de rito mágico relacionado con la Goecia, esto es, la magia que necesita de la invocación y el concurso de un espíritu. Las mujeres que utilizaba para aquel fin eran criadas o prostitutas. No es sorprendente, por ello, que un grupo de estudiantes de su mismo College le agarrara y le tirara a la fuente que se encontraba en el centro del Patio Central del Trinity “por ser tan sucio”. Debo esta información a la recensión que T.S. Blakeney público, en el número de mayo de 1952 del Alpine Journal, de la primera edición de The Great Beast. Blakeney añadía a la información este comentario: “Y no serian los únicos (se refiere a los compañeros de Crowley en el Trinity) en expresar violentamente sus opiniones al respecto; uno de los miembros del Club Alpino, que merece toda nuestra consideración, todavía recuerda con complacencia el año 1895, año en que le dio una paliza a Crowley que le dejo con un ojo morado”. Quizás esto pueda explicar el odio que Crowley sentía por el Club Alpino.

Entre los documentos de Crowley, que yo herede a su muerte, había uno escrito a maquina. Cuyo titulo era el siguiente:

El
Libro de la Suprema Arte Magic (k) a
Que fue practicada por
Los hermanos O.S.V. 6º=5cuadrado
Y L.T. 2º=9cuadrado
La Operación de Paris
Ene – Feb. 1914 e.v.

El hermano (Frater en el original) O.S.V. era Crowley. Pues 6º=5cuadrado era el grado de Adeptus Maior que había alcanzado en la Orden de la A.-A.-. De hecho, era Magister Templi, pero utilizo para este rito el grado de Adeptus Maior, porque era el prescrito para los ritos mágicos. O.S.V. son las iniciales de Of Sonuf Vaoresagi, que significa “Yo reino sobre ti”, expresión extraída de la Primera Clave o Invocación en el lenguaje angélico, o enoquiano, utilizado por el doctor John Dee y sir Edward Kelly.

La expresión completa era Of sonuf vaoresagi goho iad balata lansh calz, que significa lo siguiente: “Yo reino sobre ti”, dice el Dios de Justicia, “con exaltada potencia, sobre el Firmamento de la Ira”.

Frater L.T. 2º=9cuadrado era el hermano Lampada Tradam (Yo entregare la antorcha). Su nombre mágico de neófito 0º=0cuadrado era el de Omnia Vincam; en otras palabras, era Víctor Neuburg, que había sido compañero de Crowley, y su principal ayudante en los ritos de grado XI (XIº), de índole homosexual.

La última línea del titulo hace referencia al momento: entre enero y febrero del año 1914 era vulgaris, la expresión adoptada por Crowley en lugar del usual Anno Domini.

La The Paris Working (La Operación de Paris) es mencionada en The Confessions con estas palabras:

A fines de 1913 me encontraba en Paris con un Zelator de la Orden, el hermano L.T. Yo había estado trabajando sobre la teoría del procedimiento mágico de la O.T.O. y ambos decidimos poner a prueba mis conclusiones mediante una seria de invocaciones.
Nuestro trabajo dio comienzo el primer día del año, y prosiguió sin interrupciones, durante seis semanas. Invocamos a los dioses Mercurio y Júpiter, obteniendo muchos resultados desconcertantes en muchas materias, desde la iluminación espiritual a los fenómenos físicos.

Ya que Crowley no explica en que consiste “la teoría del procedimiento mágico de la O.T.O”, el lector puede pensar que aquellas invocaciones eran de naturaleza estrictamente ceremonial, y que los “muchos resultaos desconcertantes” no son, posiblemente, mas que exageración.

The Paris Working es la recopilación de toda una serie de invocaciones a Mercurio (en el documento original es llamado con mucha frecuencia Hermes, según su nombre griego) y a Júpiter, con el único fin que era enseñado en la Golden Dawn, es decir, para obtener sabiduría del primero y poder taumatúrgico del segundo; pero, a causa del rito sexual que tenia lugar entre ambos magos, era de esperar que los resultados fueran muchos mas notables, y sus subproductos de considerable uso practico. De hecho, Crowley tenía in mente que Júpiter podría ofrecerles oro y Hermes inspiración para escribir uno o dos relatos de éxito o, al menos, un excelente poema.

Las letras O.T.O. son iniciales de la Ordo Templi Orientis, u Orden del Templo de Oriente, también conocida como la Orden de los Templarios Orientales u Orden de los Templarios del Este, que era una sociedad oculta fundada en Alemania a comienzo de siglo. Sus dirigentes eran conocidísimos francmasones que habían alcanzado el grado de Gran Maestre, como Franz Hartmann, Heinrich Klein y Karl Kellner. Habían decidido fundar la O.T.O. después de que el vienes Karl Kellner regresase de un largo viaje al Oriente (Donde había sido iniciado por el faquir árabe Soliman Ben Aifha, y los yoghis hindúes Bhima Sen Pratap y Sri Mahatma Aganya Guru Paramahamsa) y expusiese los misterios del yoga y la filosofía del sendero de la mano izquierda, que el llamaba “magia sexual”. Por tal motivo, en 1902 la Ordo Templi Orientis se hallaba constituida por un círculo restringido de adeptos que, bajo la luz de su nuevo y excitante conocimiento, encontraron el Antiguo y Aceptado Rito Escoses de la Masonería más bien insulso, y los noventa y siete grados del fatigoso Rito de Menfis absolutamente innecesarios.

Las presuntas prácticas sexuales de los caballeros de la Orden del Temple, que provocaron su supresión a comienzos del siglo XIV, indujeron a aquellos ocultistas alemanes y austriacos a proclamarse a si mismos “templarios orientales”. Es cierto que su nueva doctrina venia del Oriente, pero a ellos les gustaba hacer la sugerencia, no solo románticas, sino también llamativas, de que su Orden había heredado los ritos secretos de la Orden del Temple. Y hay que convenir en que no seria la primera sociedad oculta de la época actual en afirmar tal cosa.

Hoy se piensa que las acusaciones contra los Pobres Caballeros del Cristo (una de las denominaciones de la Orden) no eran mas ciertas que las que se hicieran contra las brujas en épocas posteriores. Sus confesiones, obtenidas bajo tortura, suscitan nuestra natural desconfianza. Montague Summers, autor de varios libros, muy eruditos, sobre la brujería y la demonología, consideraba que la autenticidad de las acusaciones hechas contra los templarios difícilmente podría ser puesta en tela de juicio, al igual que las que se habían hecho contra las brujas. Era amigo de Crowley, quien lo menciona en su diario: “5 de julio de 1929. Cena con Montague Summers: el acontecimiento más divertido que me haya ocurrido en varias décadas”. En aquella conversación, al igual que sus trabajos, Summers insistió en que se instaurase la ley contra la brujería, que había sido revocada tanto en Escocia como en Inglaterra por un edicto de 1736. Durante los años cuarenta estuvo viviendo con su secretario Héctor. Una tarde de la primavera de 1949 fui invitado a su imponente casa de Dyvenor Road, en Richmond, a tomar el te. Héctor, visiblemente malhumorado, llevo el carrito de la tetera hasta la biblioteca, en la que estábamos sentados, pero no se quedo a acompañarnos. Summers tenia toda la apariencia de un personaje del siglo XVIII, tan encantador como alarmante. No encajaba en nuestro mundo moderno, tan escéptico. Los templarios, decía, fueron gnósticos heréticos, lo que podría ser verdad. Lo diré de manera resumida: se les acusaba de negar a Cristo (cosa que los gnósticos nunca hubieran hecho) y de escupir en la cruz; de intercambiar el osculum obscaenum, el beso obsceno, es decir, en las partes posteriores; de practicar el vicio contra natura y de adorar a un ídolo andrógino llamado Baphomet, nombre este que ha sido objeto ce muchas especulaciones e investigaciones.

Yo no se si los templarios hicieron todas estas cosas aquellas cosas por ser ateos o gnósticos y sentarse a la sombra del Viejo de la Montaña, el jefe de los Hashishin, o dejaron de hacerlas. La única cuestión que aquí nos interesa es que Crowley y los demás “templarios orientales” del continente pensaban que si las habían hecho. Debían de razonar de este modo: si los templarios se abandonaron a practicas tan nefandas que la ley de aquel tiempo no permitía que su nombre figurase en ningún escrito (las leyes acerca de estas y otras materias se ha relajado gratamente en los últimos años), y llegaron a consignarlas en un ritual “religioso”, es porque ciertamente habían conseguido la sabiduría.

El aspecto de Baphomet, el ídolo de los templarios, ha sido descrito de diferentes, y contradictorias, maneras. Tenia uno, dos o tres rostros. Llevaba una barba, era solamente una calavera descarnada, sin rostro ni barba. Otra opinión consistía en que el Baphomet llevaba barba, pero que colgaba de la de un chivo. Una tercera afirmaba que el ídolo tenía apariencia de un gato.

Los Templarios le llamaban su Salvador: el era quien hacia crecer las flores y germinar la tierra. Gracias a el, sus cofres estaban llenos…

Un orientalista austriaco del siglo pasado, el barón Joseph Von Hammer-Purgstall, después de haber examinado la inscripción de un cofrecillo encontrado en Borgoña, afirmo que le nombre Baphomet proviene de dos palabras griegas: βαφή μήτεος, el bautismo de Métis (Sabiduría) o, como Montague Summers tradujo, la “absorción en la sabiduría”. De hecho equivale a la propia palabra “sabiduría”.

La traducción de la inscripción del cofrecillo realizada por el orientalista austriaco rezaba así: “¡Que Métis (o sea, Baphomet) sea exaltada, ya que hace que las cosas broten y florezcan! Es nuestra raíz, es uno y siete; abjura de la fe y abandónate a todos los placeres”.

En otras palabras: Glorifica a Baphomet; el es el verdadero dios. Renuncia al cristianismo y “Haz tu Voluntad”.

Oriflamme, el órgano de aquellos “templarios” germánicos, anuncio con las siguientes palabras un nuevo enfoque en los objetivos de aquella sociedad secreta:

¡Oh, discípulo!
Si lo buscas, sufrirás;
Si lo encuentras, ocúltalo;
Si te sirves de el, que nadie se entere.
Pues el que, de verdad, es un filosofo
Debe seguir siendo desconocido.

Después de advertir a todo el mundo de la discreción que cabía observar, Oriflamme arrojaba un poco de luz, la suficiente como para abrir el apetito de nuevas informaciones. Anunciaban que “nuestra Orden posee la LLAVE que abre todos los secretos, tanto masónicos como herméticos, esto es, la enseñanza de la magia sexual; y esta enseñanza hace comprensibles todos los secretos de la naturaleza, todo el simbolismo de la FRANCMASONERIA y de todos los sistemas religiosos”. Pero en que consistía exactamente la magia sexual, u lo que había que hacer para practicarla correctamente, solo era revelado oralmente a los miembros del Santuario Secreto; en otras palabras, a los que habían avanzado lo suficiente y en los que se podía confiar.

Aleister Crowley también había viajado al Oriente, estudiando yoga y aprendiendo cuanto pudo acerca de las practicas sexuales orientales: había estado en la India al mismo tiempo que Kellner, aunque nunca se encontraron o tuvieron conocimiento uno del otro; y ahora estaba publicando todo aquello en sus voluminosas obras, en ocasiones, abiertamente, y en otras de manera velada. Ciertamente, pocos son los trabajos que escribió sobre los misterios que no contengan alguna alusión sexual, aunque solo sea sobreentendida.

Una noche de 1912 alguien llamo a la puerta de la casa de Crowley, en Victoria Street: era un misteriosos desconocido, con Quevedo y un bigote enorme, como el manillar de una bicicleta, que solicito hablar con el. Se trataba de Theodor Reuss, jefe de la Ordo Templi Orientis desde que Karl Kellner hubiera fallecido en 1905, “en circunstancias misteriosas”

No se anduvo con preámbulos: acuso, sin mas, a Crowley de haber publicado el secreto mas exclusivo de la O.T.O.: el secreto del grado IXº. Este lo negó. No tenia ni idea, le dijo, de en que consiste ese secreto.

En lugar de contestarle, Reuss se dirigió hacia uno de los estantes de la biblioteca y tomo un libro pequeño, que tenía todas las paginas circundadas por una orla de intenso color negro, cuyo titulo era Liber CCCXXXIII: The Book of Lies. Lo abrió por el capitulo 36, “El Zafiro Estrellado”. Con “un índice amenazador” –la expresión es de Crowley- señalo la frase que dice así: “Bebed del Sacramento y pasáoslo los unos a los otros”. El “sacramento” era el semen que, antes de la operación mágica, se recarga con la energía resultante de la voluntad del mago, y que, mas tarde, se extraía de la vagina en la que había sido depositado en el transcurso de la “operación”, Crowley: una parodia de la Eucaristía que, en su forma, coincidía con el secreto del IXº grado de la O.T.O. germánica.

Era innegable que Crowley había estado husmeando en los mismos rincones oscuros en que lo habían hecho los templarios germánicos del Oriente, y que había descubierto sus secretos, pero también podía decirse que ellos habían descubierto el suyo, Reuss le rogó que no lo revelase de manera impropia, puesto que era el secreto mas sagrado del mundo. Crowley, conmovido por la elocuencia de Reuss y la seriedad de la materia que estaban tratando, juro solemnemente que no lo divulgaría. Fue uno de los pocos secretos que guardo.

Aquella noche, los adeptos hablaron de muchas cosas. “Puesto que”, decía el hermano Merlín (le nombre mágico de Herr Reuss), “usted conoce nuestras enseñanzas sexuales ocultas, mejor haría entrando en nuestra Orden y siendo su jefe en Gran Bretaña”, Crowley, que nunca rechazaba una comida, una aventura o un titulo, acepto rápidamente y, después de un viaje a Berlín, y tras la debida ceremonia, fue entronizado como “Rey Supremo y Santo de Irlanda, Iona y de todas las Bretañas que se encuentran dentro del Santuario de la Gnosis”. Y, con la audacia y agudeza mentales de quien contempla y comprende lo contingente, se dio a si mismo el nombre mágico, muy acorde con la elevada posición que acababa de alcanzar en aquella Orden mística, de Baphomet.


Y por si el asunto de la visita de Reuss no fuera, por si solo suficientemente misterioso, The Book of Lies (El libro de las mentiras) no seria publicado hasta 1913, un año después de que tuviera lugar aquel inesperado encuentro. Es un total disparate, a no ser que, como pretendía Crowley, ambos se hubieran encontrado desplazados un año en una secuencia temporal o en otro continuo espacio-temporal.

Continuara...